lunes, 5 de marzo de 2012

Lunes 5 de marzo

Este blog forma parte del proyecto Diario Intimo de una Ficción Verdadera, se realiza dentro del marco de la materia Redacción Universitaria de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, división de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Humanidades, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen.




                                       En la casa de Daniel

Todo comenzó el sábado pasado, cuando saliendo de mí trabajo me marco a mi celular uno de mis amigos: diciéndome que tenía fiesta en su casa. Así que decidí a ir, pero llegar solo no era lo indicado; por lo tanto comencé a invitar a varios del trabajo sin importarme cuantos eran.

Hasta que al poco rato ya se habían juntado varios, yo creo que como unos cuarenta, no sabía qué hacer en esos momentos, ya que no pensé que fueran tantos, y mi amigo Daniel quien era el de la fiesta no pensé que se fuera a enojar.

Después de comprar las chelas nos dirigimos a la fiesta. Los problemas empezaron a comenzar cuando uno de mis compañeros empezó a decir que el lugar estaba muy feo y otra comenzó a tomar hasta embriagarse. Llegando a la casa mí amigo con la sorpresa de que todos los de la fiesta ya estaban bien borrachos, al verme entrar la verdad es que se sorprendió pues no se imagino que llagaría con casi todos los de mi trabajo; que la verdad hasta le gusto una del trabajo y pues así que nos pusimos en ambiente. Comenzamos a bailar todo iba bien hasta unos rompieron el lava manos, otros comenzaron a pintar la puerta d su casa con aerosol la fiesta comenzó hacer un gran caos, y qué decir de mis compañeros de trabajo unos hasta ocuparon el cuarto de los padres de Daniel para hacer sus cosas y yo comencé a vomitar su sala sin parar. El estaba que se moría de coraje; pues su cocina comenzó hacer saqueada y lo más temido por mi amigo llego: sus padres entraron por esa puerta, con la sorpresa de que su casa era un total caos; en ese momento yo no sabía que hacer así que, muy enojados los señores nos corrieron de la casa a todos sin piedad alguna, a la mitad de la noche. Para colmo el que nos había llevado en el carro ya se había ido, nos había dejado y sin dinero no sabíamos cómo nos íbamos a ir pues la fiesta eran por el metro Martín carrera y para el metro la raza la distancia era muy larga, y si nos fuimos caminado llagando casi al amanecer. Al día siguiente me marco mi amigo reclamándome y diciéndome que me había pasado de lanza  con mis amiguitos.

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